El origen
Las antiguas civilizaciones rendían culto al día, a la luz, a la creación, a la vida; y a la noche, a la oscuridad, a la destrucción, a la muerte.
Por ende, la vida se celebraba durante los meses de primavera y verano, meses luminosos donde todo florece, crece y se expande. Otoño e invierno, por el contrario, son meses de cosecha, de vuelta a casa tras las campañas de guerra, de recogimiento, de honrar a los que ya no están, a los muertos.
Hace 4000 años a. C., la civilización proto vasca que pobló los Pirineos desde la Cerdanya al Cantábrico, asociaba la vida con «Egunekoak», el día; y la muerte con «Ganekoak», la noche.
Un milenio después, los celtas se expandieron por buena parte del occidente europeo. En su calendario, la fase clara se daba a partir del mes de «Giamonios» (luna de abril-mayo), mientras la oscura comenzaba en el mes de «Samonios» (luna de octubre-noviembre). En este mes tenía lugar la festividad del «Samhain» (fin del verano) donde la cosecha ponía el punto y final al año. Durante la estación oscura, los humanos estaban más cerca de las tinieblas, del mundo de los espíritus. En sus rituales, los druidas se comunicaban con las almas del inframundo con el fin de obtener información que les sirviera de guía para pasar de esta vida a la inmortal, mientras que los vivos, esperaban la visita de sus difuntos, que retornaban para visitar sus antiguas residencias.
A pesar de ser tradiciones muy antiguas, el «Samhain» se sigue celebrando en algunos lugares de la península, como Galicia, donde la magia de la cultura celta sigue estando muy presente en el día a día.
La transformación en fiesta católica
Ante la expansión del cristianismo, el papa Gregorio IV decidió unificar las prácticas ancestrales bajo los estándares cristianos y declaró oficialmente la Fiesta de Todos los Santos el uno de noviembre. Es la fiesta en honor de los santos difuntos que han alcanzado la santidad habiendo superado previamente el purgatorio, han sido beatificados y gozan de la vida eterna.
La expansión de la fiesta cristiana a las Américas
Tras el descubrimiento del nuevo mundo, la tradición cristiana universalizada por el papa Gregorio IV tomó contacto con las creencias indígenas del culto a los muertos, dando lugar a la celebración del «Día de los Muertos», alcanzando entre todos los países latinoamericanos gran importancia en México, fiesta patrimonio cultural inmaterial de la humanidad desde 2008.
Halloween
La fiesta celebrada en Estados Unidos extendida hoy por muchos países, tiene origen en la tradición inglesa de la celebración del «Samhain» celta.
El nombre viene de la expresión: «All Hallow’s eve» (víspera de todos los santos), celebrada por tanto el 31 de octubre.
Las famosas calabazas vaciadas y decoradas son la tradición inglesa basada en la celta, que en vez de calabazas, vaciaban nabos y los decoraban con velas.
Igualmente ocurre con el pedir dulces de casa en casa. Dado que eran fechas donde los espíritus de los difuntos estaban autorizados a caminar entre los vivos y poder reunirse con sus familiares, los celtas procuraban dejar comida fuera de sus casas para el contento de los buenos espíritus y mantener lejos a los malos.
En mi tierra…
Sea como fuere, a mí me nace celebrar la tradición los «Tosantos», que gira en torno a los mercados, a los productos de temporada como las castañas, los frutos secos, a los dulces de convento como los huesos de santo…
De obligada visita es el paseo por el mercado de abastos de Cádiz. En la víspera del uno de noviembre, los comerciantes de la plaza del mercado decoran los puestos de venta de pescado disfrazando a los mismos con mucho arte y salero, recreando con ellos momentos de actualidad… ¡todo un cachondeo! Esta tradición comenzó en el siglo XIX a causa de la masiva afluencia de los gaditanos para abastecerse de víveres con anterioridad a los días festivos. Fue entonces cuando se propuso decorar el mercado y celebrar un baile amenizado con orquesta en la plaza. Con el paso de los años se comenzó a celebrar un concurso para premiar la originalidad y creatividad de los tenderos no sólo de venta de pescado, sino de carne, verdura, fruta y varios.
El día siguiente de los tosantos, según marca la tradición, es día de visita al cementerio para honrarles adecentando y renovando las flores de las tumbas de nuestros seres queridos, porque como bien dice el dicho: «nadie muere definitivamente mientras su recuerdo perdure en la memoria de los vivos».