¡Carnaval, carnaval, carnaval te quiero!
Ya está aquí febrero, mes donde tiene lugar dos fiestas vivencialmente opuestas: el carnaval y el inicio de la cuaresma.
Y… ¿qué hago mencionando la cuaresma cuando se que se supone que esta entrada va sobre el carnaval, los papelillos, las coplillas, los disfraces y el cachondeo?
Pues bien, mucho me temo que sin cuaresma no habría carnaval. ¿Por qué? Sigue leyendo….
Las «Carnestolendas»
«Carnestolendas»:
- del latín: «caro», «carnis» (carne) y «tollendus» de «tollere» (quitar, retirar)
- retirada o eliminación de la carne, privación de su consumo.
Las carnestolendas se celebraban los días precedentes al inicio de la cuaresma, esto es, del domingo al martes anterior al Miércoles de Ceniza. En dicho día, era costumbre acudir a la misa para recibir la unción con ceniza en forma de cruz en la frente. Comenzaba así 40 días de ayunos y recogimiento en preparación para la Semana Santa.
Ante este panorama de obligado cumplimiento, los días precedentes al «confinamiento espiritual» se festejaba desmesuradamente con copiosos banquetes, fiestas y bailes.
Algunos, para evitar ser víctima del escándalo público, la humillación y la deshonra, trataban de salvaguardar su identidad tras una máscara o disfraz.
El desenfreno llegó a ser tal que, la iglesia, viendo que aquello se iba de madre, impuso medidas. Con el fin de mantener al cristiano entretenido y alejado de todo mal, organizó actos religiosos y oficios, como las 40 horas. Todo sea con tal de librar al pueblo de las tentaciones y el pecado…
Lo cierto es que, al final, Don Carnal acababa por seducir a la pobre Doña Cuaresma. Ni la iglesia estaba a salvo. Cuando los rumores hablaban de unas monjas armando jaleo, lo hacían sobre un sacerdote sorprendido en pleno baile de máscaras…
Entre tanto, una curiosa costumbre gaditana…
Ya hacia finales del XVI, los gaditanos recolectaban con esmero las florecillas que crecían en el campo de la Jara.
Una vez en sus casas, las lanzaban a las bellas damas desde los balcones, pretexto para comenzar batallas florales.
Es curioso que en el parque de la Janda, hoy Plaza de San Antonio, sea el escenario de las actividades carnavaleras, en especial el pregón.
Y como ya no hay florecillas para recolectar, los hemos cambiado por papelillos de colores…
La Edad Moderna
En los siglos venideros, la corona y el gobierno también impusieron sus normas. Desde muy antiguo, el carnaval ha conocido temporadas muy estrictas y otras algo más permisivas.
El monopolio del comercio con el nuevo mundo supuso un enriquecimiento económico social y cultural sin precedentes. La ciudad se abrió a acoger importantes obras musicales y teatrales en sus numerosos teatros.
Aún así, todo acto público como el uso de antifaz estuvo duramente perseguido y castigado. Sólo los integrantes de las clases más altas pudieron celebrar bailes de máscaras en recintos privados. Y esto duró sólo unos años ya bien pasada la mitad del siglo XVIII.
El siglo siguiente, después de la partida de los franceses, además de los bailes de máscaras, se permitieron actuaciones de agrupaciones de baile y mímica.
Es aquí cuando podemos situar los primeros grupos de hombres y mujeres que cantaban y bailaban, las «Cuadrillas», bautizados más tarde como «Comparsas».
En cuanto a las letras, la guerra de la independencia dejó numerosas muestras de coplillas patriotas y chistes para todos los gustos. Las comparsas que llegaban a la ciudad, como la de esclavos y negros, cantaban en su lengua todo lo aprendido. Así una vez más, Cádiz se enriquecía de la Habana y la Habana de Cádiz.
En la actualidad…
Si quieres conocer el carnaval de hoy, los concursos, el COAC, las agrupaciones, sus diferentes celebraciones y mucho más… CONTINUARÁ.
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